miércoles, 20 de mayo de 2009

Continuación avance 1

Intercambio Universitario: Una experiencia de vida

A lo largo de nuestra estadía en la universidad, es usual escuchar la palabra “intercambio”. Tal vez, muchos han tenido la intención de querer embarcarse en este proyecto, pero por diferentes motivos no lo han podido concretar, o viceversa.
Aquí conoceremos el testimonio de dos compañeras que sí lograron hacer realidad este deseo, y que, sin conocerse por ese entonces, tomaron rumbos diferentes en una misma fecha.

1º semeste de 2008: ¡Comienzo de la travesía!
Previo al inicio de este periodo académico, Agnes Pickett, alumna de 4º año de Pedagogía Básica, se embarcó rumbo a Génova- Italia, y Natalia Bustos, alumna de 5º año de la misma carrera, hacia Granada-España.

Las dos, movidas por diversos propósitos y motivaciones; tales como salir del país; conocer y relacionarse con personas de otras culturas; encontrarse con ellas mismas y madurar; aventurarse al estar solas; y aprender otra lengua, en el caso de Agnes; no dudaron en tomar la decisión de iniciarse en este proyecto.

Ambas siempre habían tenido la inquietud de vivir esta experiencia; “de hacer algo diferente durante la formación profesional”, según nos cuenta Agnes. Natalia, había conversado con algunas compañeras que habían vivido la experiencia, lo que le fue provocando una mayor cercanía con la palabra “intercambio”, y fue así como comenzó a investigar sobre el tema, hasta que se abrieron las postulaciones y, ella sin pensarlo más, se inscribió. Recuerda que ese día, al llegar a su casa, se lo contó a su familia, quienes la apoyaron, ya que sabían su interés por el tema. Agnes, por su parte, lo comentó primero con su familia y, una vez que tuvo su apoyo, comenzó a averiguar de qué se trataba. En todo este período tardó aproximadamente un mes, ya que debía pensar a dónde postularía, las ventajas y desventajas, además de conversar con compañeros que hubiesen vivido la experiencia. Una vez concluido esta etapa, postuló.

Lo más valioso y lo más difícil de esta experiencia…

Nuestras dos compañeras coinciden en afirmar que lo más valioso de esta experiencia fue el haberse encontrado con ellas mismas, en un lugar diferente a sus realidades; el aprender a conocerse para conocer y compartir con otros. Otros, que son personas de culturas y mundos totalmente diferentes, pero que sin duda alguna, tienen mucho por entregar. Ese intercambio cultural fue enriquecedor e inolvidable para ellas. Por otro lado, Natalia, además nos cuenta que esta experiencia le sirvió para valorar aún más a su familia, a su país; y para sentirse muy orgullosa de ser Latinoamericana.

Ambas saben que pasaron por momentos difíciles. Nos cuentan que el estar y el haber enfrentado diversas situaciones solas, lejos del país de origen, fue lo más costoso, pero que si realizan una sumatoria total, sin duda alguna, el balance es positivo, ya que les sirvió para aprender a valérselas por ellas mismas.

Académicamente, las dos coinciden en afirmar que esta experiencia contribuyó en su formación profesional, en cuanto les permitió ver cómo se lleva a cabo la educación en otros países; cómo forma cada país a las personas; lo que es el hombre; lo que otros han creado; el cómo se relaciona con sus otros semejantes o distintos, entre otras cosas. El intercambio les hizo amar más su profesión y reafirmar la importancia de que un profesor debe conocer otros mundos, para transmitirles a sus alumnos que no sólo existe una sola realidad (la de ellos), sino que todos somos distintos y que existen lugares y culturas diferentes, siendo lo importante la interacción.

Para sus vidas, Agnes nos cuenta que esta experiencia le permitió despertar, crecer y cambiar. “sentirle el gustito a la vida y a lo inesperado que te puede pasar mañana”- señala. Natalia, por su parte, señala que el intercambio le ayudó a mejorar la tolerancia y comprensión, ya que “todo lo que se vive es extremo, partiendo por el hecho de que llegas a compartir departamento con personas que son desconocidas y que nunca en tu vida habías visto. Es ahí, cuando realmente te das cuenta que la travesía ha comenzado” - comenta.

Es por este gran aporte a sus vidas, que ambas recomiendan 100% esta experiencia y animan a las compañeras que están pensando en vivirlo a hacerlo. “Es muy bueno jugárselas por conocer cómo son los otros lejanos, conocer otras culturas, ver cómo está girando el mundo, y qué puedo hacer yo en él. Salir afuera para volver a ver las cosas que veías antes con ojos frescos. Uno tiene la posibilidad de valorar lo que uno es, de ver lo que te gusta o no de ti, o de la vida que estabas llevando”- menciona Agnes.
Natalia, por su parte, comparte plenamente la opinión de su compañera, y además hace hincapié en que “muchas veces pensamos que para irse de intercambio, hay que ser prácticamente millonario, pero esto no es así. Basta con tener muy claro tu objetivo, tus posibilidades, y el tipo de vida que pretendes llevar estando allá. Yo sabía por ejemplo, que no podía ir una ciudad muy cara y, por ello, me preocupé de investigar cuál estaba a mi alcance dentro de mis intereses. Además, existe una beca dada por la Vicerrectoría Académica que ayuda bastante, y el resto del dinero es ‘juntable’ o ‘conseguible’. Es en esta etapa de la vida cuando hay que arriesgarse y aprovechar de vivir experiencias como estas”.

Anécdotas y recuerdos…
Para ambas las anécdotas son muchísimas, pero sin duda alguna, la mayoría tiene que ver con el adentrarse a una cultura nueva - pero ojo, que las dos comprobaron que en esa “cultura nueva” siempre habrán chilenos, así que no hay de qué preocuparse por ese lado.
Agnes recuerda como un día se sintió discriminada en una verdulería porque ella no sabía que en Italia la fruta no se tocaba, por ejemplo. Mientras que a Natalia, le costó mucho acostumbrarse a no utilizar los diminutivos, y el ‘usted’. “Los españoles son directos y no necesitan recurrir a las ‘sutilezas del lenguaje’ como el “poquito”, “chiquitito” y etc. Y para qué hablar del “usted”. Desde el primer día tuve que aprender a tratar de tú a tú a los profesores. Son códigos que yo no manejaba”- comenta.

Sus planes para el futuro…
Luego de haber vivido esta experiencia a ambas les gustaría repetirla y piensan en realizar algún postgrado, o trabajar en alguna realidad diferente a la de ella, en el caso de Agnes.

Se sienten seguras, porque saben que podrían vivir solas y enfrentar todo lo que venga.

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